Aprendí a escribir cuando iba a párvulos... me dieron mi primer lápiz de minas y un cuaderno Rubio titulado Escritura vertical.
Todo eran palitos y redondas que se unían de forma curiosa.
Pasados unos años he de aprender otro tipo de escritura, en la que el cuaderno es un blog, el lápiz son mis dedos y las páginas no pasan en horizontal, sino en vertical...



martes, 19 de mayo de 2009

Liduvina y la mujer sentada tras el árbol...

... érase una vez una niña llamada Liduvina que vivía en una aldea de un país muy lejano... era la pequeña de 7 hermanos -todos varones- y todas las mañanas tenía que ir a buscar agua para que los hombres de la familia se pudieran asear tras la caza diaria... una mañana su madre despertó con mucho dolor en el cuerpo y fiebre... Liduvina le dijo que no se preocupase, que ella haría los viajes que hiciera falta al pozo con tal de que a su padre y hermanos no les faltara el agua... era una tarea dura ya que tenía que hacer muchas veces el camino de casi 2 kilómetros de distancia... ya iba por el último viaje al pozo cuando vió una mujer sentada tras un árbol, ... nunca la había visto, no pertenecía a su aldea y además era muy pálida y con el pelo de un color que no había visto jamás -gris- en su aldea todo era marrón chocolate, amarillo paja, rojizo... pero, ¿gris? qué color tan extraño... se acercó empujada por la curiosidad y descubrió con asombro que su piel era arrugada y sus ojos del color del cielo cuando era de día!... la mujer le tendió sus manos pálidas, huesudas y con uñas largas pero bien cuidadas... llevaba una túnica blanca con alguna mancha naranja y amarilla... la mujer, que no hablaba su idioma, le intentaba contar algo pero Liduvina no la entendía... se levantó y le ofreció su mano para que le acompañase... sus ojos reflejaban bondad, pero Liduvina tenía prisa -y algo de miedo-... echó a correr hasta llegar de nuevo al pozo y realizar el último viaje a la aldea con el agua que su familia necesitaba para ese día...

durante varios días -tres, cuatro...- se repitió lo mismo... en su último viaje encontraba -sentada tras el árbol- a aquella misteriosa mujer que le ofrecía su mano pidiéndole que la acompañara... la mirada reflejaba la misma bondad, la dulce sonrisa no variaba de un día para otro, pero la túnica blanca cada vez tenía más manchas amarillas y naranjas...

llegó la noche y apenas pudo dormir... su madre se quejaba del dolor y ella le ponía las manitas en sus piernas y pecho para darle calor y aliviarla de su sufrimiento... al día siguiente debería volver a ir sola a por el agua, algo que la enorgullecía -se sentía útil y mayor- y a la vez la asustaba -¿y si se encontraba de nuevo tras el árbol a esa extraña mujer? ¿y si al día siguiente la mujer ya no le ofrecía su mano sino que la cogía y la obligaba a acompañarla?-... en medio de esos pensamientos se quedó dormida...

amaneció más pronto que de costumbre -o eso le pareció a la niña-... tenía que enfrentarse de nuevo a la dura tarea de traer el agua y de pasar por delante de aquel árbol una y otra vez... le preguntó a su madre -que ya estaba más recuperada y tenía algo de fuerzas para hablar- si había otro camino para llegar al pozo y la alivió saber que sí, que era un poco más largo pero que si prefería podía ir por allí... emprendió su primer viaje y descubrió un campo lleno de flores del mismo color que el pelo de aquella mujer... había algunas de colores... amarillo y naranja... y allí estaba la mujer... observó que por donde pasaba dejaba de haber flores grises... como estaba de espaldas, la mujer no la vió y Liduvina dio media vuelta corriendo para ir de nuevo por el camino de siempre... esta vez llenó un poquito más de agua en cada viaje para así hacer uno menos... ese útlimo viaje en el que diariamente encontraba a la mujer, esta vez lo haría sin tener que volver rápido a la aldea... quería acompañarla y ayudarla... corrió exaltada hacia el árbol para encontrar a la mujer, la cual -como cada día- le tendió la mano... Liduvina se la dio y la acompañó al campo de flores grises... la mujer, con una gran sonrisa en la cara, le dio un pincel y un bote de pintura naranja...




a pie de página... este dibujo lo he pintado en la pared de la habitación de mi hija Noa, que nacerá dentro de unas semanas... es un dibujo original de misspink... qué ganas tengo de contarle el cuento de Liduvina y la mujer sentada tras el árbol y que siempre siempre siempre recuerde que ella puede cambiar el color de las cosas para que dejen de ser grises...

1 comentario:

Cris dijo...

Muy bonito si señora... Sobre todo la moraleja que le contarás a tu hija.

La canción de hoy me encanta

Un beso

Cris