Aprendí a escribir cuando iba a párvulos... me dieron mi primer lápiz de minas y un cuaderno Rubio titulado Escritura vertical.
Todo eran palitos y redondas que se unían de forma curiosa.
Pasados unos años he de aprender otro tipo de escritura, en la que el cuaderno es un blog, el lápiz son mis dedos y las páginas no pasan en horizontal, sino en vertical...



viernes, 23 de mayo de 2008

puntos suspensivos... capítulo 1


la fiesta

8:15 a.m.

Piribirí Piribirí... No recordaba lo duro que es levantarse un día laborable antes de las 9 para ir a trabajar, habiendo salido la noche anterior. No es que sea la primera vez que me levanto con resaca, pero hacía por lo menos tres meses que no dedicaba mi noche del jueves a la vida social, la verdad es que la tenía bastante aparcada desde que lo dejé -mejor dicho, me dejó- Álvaro. Me venía a buscar cada día a la oficina e íbamos a cenar, al cine, incluso a alguna fiesta de vez en cuando, pero los jueves eran diferentes, era el único día de la semana que lo tenía para mi... quedaba con mis amigas y nos íbamos a cualquier fiesta o simplemente a cenar y, a veces -las menos-, conseguíamos arreglar el mundo. Pero mi profunda depresión post-relación me impidió seguir saliendo los jueves. Entonces es cuando más necesitaba estar con él. Quizás no me hubiese dejado si se los hubiera dedicado a él. Sí, será eso. Odio los jueves. Bueno, menos el de ayer.

Marta y Gabriela me llamaron para ir a la fiesta de presentación de no-sé-qué-revista de actualidad. Mi primera reacción fue negarme en rotundo excusándome que estaba muy cansada y que tenía mucho trabajo al día siguiente -mentira, todos sabemos que los viernes por la mañana no se trabaja en todo el país, es como si los fines de semana tuvieran tres días, aunque uno de ellos lo dedicas a disfrutar con la gente del trabajo-. Tras insistirme con varias llamadas a la oficina, e-mails, mensajes cortos, mensajes en el buzón de voz -malditos avances tecnológicos- me convencieron para acudir por lo menos al cóctel. Llegué a casa diez minutos antes de las 8 de la tarde, hora en la que venían a recogerme, y me duché, vestí, pinté... ¡en nueve minutos! el resultado no estaba mal teniendo en cuenta que no pude lavarme el pelo, por lo que me hice un recogido a lo Audrey Hepburm despeinado, solo pude perfilarme los labios y me puse un vestido negro sin planchar... eso sí, a la hora en punto llegamos al cóctel. ¡Madre mía! ¡¡¡Qué tíos!!! Era una revista de modelos masculinos. ¡Y yo "monísima"!... Marta y Gabriela estaban espléndidas –claro, ellas no trabajan por las tardes y habían tenido todo el tiempo del mundo en ir de compras... a la peluquería... y en saturarme a llamadas...-. Marta me dejó el fular que llevaba para que me tapase un poco el vestido arrugado con el que mi figura parecía la de un perro “sharpei” y Gabriela me ofreció su neceser de pinturas para que en algún momento me escapara al baño a maquillarme un poco. El lavado de pelo era un poco más difícil.

Empezamos picando uno o dos canapés y una copita de vino tinto (entre tanto modelo has de guardar la compostura) pero no tardó en llegar otra copita y más canapés... y otra copita... y, cuantas más copitas, más canapés... probábamos todo lo que estaba al alcance de nuestra vista como si no hubiéramos comido en tres días...
Al cabo de un rato iniciaron la entrega de premios - ¿qué premios?, ¡si era una revista nueva!...- en fin, los galardonados sonreían ante las cámaras y daban las gracias, bla, bla, bla...

Mientras duraba la eterna entrega de premios, salí de la sala para escuchar el buzón de voz por si tenía algún mensaje... no sé, quizás Álvaro quería volver conmigo. Al volver a la sala, el vigilante de seguridad me negó la entrada porque ya había empezado el acto –un exclusivo pase de modelos masculinos- y ya no dejaban acceder a nadie. Le expliqué de buenas maneras, aunque despacito por el efecto del vino, que estaba dentro y que había salido hacía cinco minutos ya que había tenido que atender una llamada muy importante y no quería por nada del mundo interrumpir tan "merecida" entrega de premios. No hubo manera de convencerle, así que me quedé sentada en la escalera a la espera de que volviesen a abrir la puerta, y ver salir a todo el mundo sonriente por el espectáculo que habían visto y que yo me había perdido por culpa de que Álvaro, después de tres meses sin saber nada de él, quería volver conmigo.

Al cabo de una hora y media se abrió la puerta y salió un tío. Un tío bueno. Un Dios. Me miró a los ojos y me sonrió en un amago de saludo. Se acercó y me preguntó si podía indicarle donde estaban los servicios... – si, cariño, ya te acompaño y me haces tuya- pensé. Le dije que estaban en la segunda planta –evidentemente, tras varias copas y una hora y media esperando, había subido varias veces- he de destacar que por lo menos tuve tiempo a arreglarme un poco el pelo y pintarme los ojos, así que estaba más o menos presentable. Además, el vino ya había dejado de hacerme ese efecto eufórico y ya podía articular varias palabras seguidas sin que se me trabase la lengua.

Al ver bajar al tío, le pregunté si podía entrar con él tras explicarle mi infortunio con el de la puerta. Obviamente, respecto a la llamada de Álvaro, simplemente le comenté que mi ex quería volver conmigo y que le había dicho que no, que ahora era una mujer libre y que no quería relaciones con personas inestables. No profundicé más. Entramos en la sala y vi a mis dos amigas en el fondo de la sala charlando animadamente con un grupo de gente. Me acerqué hacia allí con paso firme, no sin antes despedirme de mi acompañante de tres minutos. Sonrieron al verme. Mi cara era un poema -¡vamos! mira que no salir a buscarme-, pero disimulé por si mi acompañante me estaba mirando. Al cabo de un rato me acerqué hacia él y le ofrecí una copa de vino, con la excusa que le debía un favor. Estuvimos hablando un rato y me enteré de que trabajaba en la revista – yo no sabía de su existencia hasta ese día- pero le dije lo interesante que me resultaba poder conocer a una parte del alma de la revista, la cual me había sorprendido mucho en su primera publicación. Ni que decir tiene que ese era el día de la presentación y que hasta el día siguiente no salía el primer número –glups- y, cambiando de tema, ¿vienes mucho por aquí?- Chica, es un hotel y vivo en Barcelona, la verdad es que no- glups, glups. Bueno, ¿y cómo te llamas? – Álvaro. – Adiós.

Al salir a la calle, Marta y Gabriela me acusaron de tonta por perderme el espectáculo solo por si Álvaro me había llamado... que había muchos Álvaros – ni que lo juren- dentro de la sala que podían fijarse en mi... -gracias por recordarme lo estúpida que soy- pensé mientras pasaba mis manos por el vestido con un intento de plancharlo un poco.

Decidimos seguir la noche y entramos en Búcaro– era uno de los locales donde puede que fueran los modelos a tomarse una copa después del desfile-. Saludamos a la camarera de la barra de la entrada, la cual me invitó a una copa para celebrar mi soltería. Me animó el hecho de ver que a pesar de todo lo malo que te pueda pasar, siempre tienes a tu lado a más gente de la que te imaginas. Estuvimos charlando un rato poniéndonos al día de nuestras aventuras y, una vez supe un poquito más de su vida, me fui a dar la vuelta de rigor de reconocimiento de gente en el local. Al llegar a la pista saltamos al escuchar las primeras notas del mítico I will survive. Realmente, por mucho que pasen los años, nunca dejaré de flipar con la música. Nunca dejaré de bailar las canciones que me llenan, que me aportan algo. Nunca dejaré de desprender la adrenalina que guardo para estos momentos...

Tras estar un rato bailando al lado del escenario, nos sentamos en las butacas blancas de la entrada para no perdernos si entraba o salía alguien interesante y criticando a las mujeres, ya fueran mayores o menores que nosotras, que venían al local a ver si conocían a algún hombre guapo, rico,... por no hablar de los peinados, vestidos, zapatos y demás accesorios que creen que les sientan tan bien – no me extraña que nos llamen brujas-. Nos estábamos riendo a carcajada limpia cuando vimos entrar al grupito que había estado en la presentación hablando con Marta y Gabriela. Se acercaron y estuvimos comentando la presentación y riendo durante un rato. Yo no podía dejar de estar pendiente de la puerta por si llegaba Álvaro. Álvaro II, no Álvaro I, claro. Álvaro I ya me había llamado esa noche. O no. Bueno, puede que llamara y no dejase recado, así que diré que sí que me llamó y no dejó mensaje. De hecho, seguro que en casa tenía un montón de mensajes de él, incluso alguna nota debajo de la puerta, o estaba esperándome en el portal, aunque esta noche yo llegaría tarde a casa, por lo que dudo que esperase tanto ya que él mañana tenía que estar pronto en el estudio.

Tras acabarnos la segunda copa, empezamos con la ronda de chupitos. No sé cuántos nos bebimos, pero cada vez estaba más tranquila, más desinhibida, incluso el vestido creo ya no estaba arrugado. De allí nos fuimos a Otto Zutz. Otro lugar típico de tíos buenos, ricos y solteros. Subimos a la sala Vip, a la que pudimos acceder gracias a un contacto de una vez que organizamos allí un evento para la presentación de no recuerdo qué bebida alcohólica... y cuál fue mi sorpresa al encontrarme de nuevo con Álvaro II. Era el destino. Era mi hombre. Se acercó a mí –me sorprendió ya que cuando me dijo su nombre en la fiesta me fui sin decir apenas nada... Aunque él lo debería entender, no es normal que la misma noche haya dos personas con el mismo nombre que quieran compartir su vida conmigo-. He de decir que estuve un poco más acertada –sería por los chupitos- y estuvimos largo rato juntos. A eso de las 5 a.m. le dije que debía irme porque tenía una reunión a primera hora de la mañana y que debía descansar un poco. Se ofreció en llevarme en su moto -¿moto? ¿con mi vestidito?... -a lo que yo le dije que no se molestase, que cogía un taxi pero que gracias por su amabilidad. – pídeme el teléfono, pídeme el e-mail, pídeme que me case contigo- Bueno, Álvaro, encantada de conocerte, si hay algún evento más que organice tu revista, no olvides invitarme – pídeme el teléfono, pídeme el e-mail,...- Sí, mejor te doy mi tarjeta. ¡Yuju!



10:00 a.m.

¿¿¡¡Las diez!!??, ¡¡pero si me había puesto el despertador a las 08:15!!! uy, me voy corriendo a la oficina a ver si mi novio motero me ha enviado algún e-mail.


10:30 a.m.

“Entrando en el correo. Tiene 4 mensajes nuevos.”

Aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh... a ver...


De: Marta
A: Lucía
Enviado el 23 de mayo a las 09:36 a.m.
Asunto: buenos días por la mañana

Hola flor. ¿Qué tal la resaca? ¿Te fuiste con Álvaro? Bueno, llámame y cuéntame. ¿Quedamos a comer?
No sé si Gabs podrá. ¿Puedes?
Besos,
Marta.

De: Marta
A: Lucía
Enviado el 23 de mayo a las 10:18 a.m.
Asunto: ¿hola?


¿Aún no has llegado a la oficina? Te estoy llamando al móvil y lo tienes desconectado. No estarás con ... !!!???? Bueno, llámame, que tu buzón de voz no me contesta lo que quiero saber.
Marta.


De: Marta
A: Gabriela
CC: Lucía
Enviado el 23 de mayo a las 10:22 a.m.
Asunto: ¿sabes algo de Lucía?


Hola Gabs,

Lucía está desaparecida. Yo creo que el tipo de ayer la secuestró. O quizás ha vuelto con su ex, ya que le llamó para volver y por eso se perdió el desfile. Je Je.
¿Y tú qué tal? ¿Puedes ir a comer hoy o has quedado con Alex? Dinos algo.
Besos,Marta


De: Gabriela
A: Marta
CC: Lucía
Enviado el 23 de mayo a las 10:27 a.m.
Asunto: Re: ¿sabes algo de Lucía?

Hola enana loca. Yo creo que Lucía ayer tuvo pollo. Se fue con Álvaro II a casa y le estaba esperando Álvaro I. Total, que se encontraron y acabaron yéndose los dos Álvaros a tomar otra copa y dejaron a Lucía en la cama con una borrachera del quince. Aunque... en serio... un tío muy guapo, pero, no sé, no me convence.
No puedo quedar luego. Me voy con Alex a mirar cosas para el piso. Su piso. Ya sabes.
Luego hablamos.
Gabs



10:37 a.m.

Mmmfffgggrrr... qué graciosas...

"Escribir correo nuevo"

De: Lucía
A: Marta, Gabriela
Asunto: Hola desde el paraíso

Hola a las dos... el motivo de este mail comunicaros que estoy bien, vivita y coleando...

Bueno, bueno, bueno... veo que a Gabs no le gustaban mis intenciones con Álvaro II, claro, está muy bien eso de tener el record de polvos, eh? pues vamos a empezar a hacer carreras y la que pierda de las tres pagará la cena de las otras dos...(eso sí, esperarme a que tenga novio... porque si no tendré que pagaros cada semana la cena y me arruinaré, y no podré salir los fines de semana porque no tendré ni un euro y claro, no ligaré porque nadie querrá estar con una tía que no tenga pasta, no salga por las noches y que además no folle).

Marta, me va bien ir a comer. A las 15:30 en Leg's?

Bs,

Lucía


11:25 a.m.

Bueno, quizás es hora de que empiece a trabajar un poco, no?... no sé, miraré si tengo correos nuevos...


15:19 p.m.

He quedado a comer con Marta hace cuatro minutos y, como siempre, llego tarde...
He estado hablando con mi compañera de trabajo toda la mañana. Revisando si tenía correo nuevo, cada cinco minutos. He desayunado cuatro veces. He ido a beber agua treinta y dos. Y, de repente, ya ha pasado la jornada laboral del viernes. En España los viernes por la mañana nadie trabaja...


martes, 20 de mayo de 2008

florecitas...

mi primera hoja en blanco desde hace -qué se yo- 15 años?... aunque no es una hoja en blanco como las de antes, ya que está llena de dibujos y colores que me desconcentran... el icono que me encanta es el de la goma de borrar... es lo único que me evoca a la escritura de lápiz y papel...

siento como si volviera a aprender a escribir, a concentrarme, a expresar sentimientos, opiniones, reflexiones... pero, si bien en un papel puedo hacer mis dibujitos mientras pienso -florecitas, círculos, estrellas-, aquí simplemente dejo los dedos debidamente apoyados en la segunda línea del teclado, con los meñiques izquierdo y derecho en la a y en la ñ respectivamente, dispuestos a moverse hacia arriba y abajo en cuanto mi mente les envíe una palabra... pero mi mente está pensando en los dibujitos que no puede hacer.. cuántas florecitas desperdiciadas...