Aprendí a escribir cuando iba a párvulos... me dieron mi primer lápiz de minas y un cuaderno Rubio titulado Escritura vertical.
Todo eran palitos y redondas que se unían de forma curiosa.
Pasados unos años he de aprender otro tipo de escritura, en la que el cuaderno es un blog, el lápiz son mis dedos y las páginas no pasan en horizontal, sino en vertical...



miércoles, 11 de noviembre de 2009

el camino equivocado...

son las dos y media de la tarde... vamos por la carretera y vemos un cartel rojo que nos indica que hay un restaurante con vistas panorámicas... seguimos el camino... tiene una vista privilegiada de todo el valle... el día es tan claro que hasta se ve el mar... somos cuatro y el restaurante, no muy grande, no tiene todas las mesas ocupadas... vemos una al fondo, al lado de la chimenea encendida, que es ideal para calentarnos tras el paseo a 10ºC que hemos hecho durante toda la mañana... mmm... huele a carne a la brasa... preguntamos si tienen mesa libre para comer... nos atiende la dueña del local... si, esperen un momento, cuántos son?... 4 personas... perfecto!... ah y un cochecito... no, entonces no... cómo que no?... no, es que no cabrían... pero si es un cochecito muy pequeño, cabe en cualquier lado... no, no, es que no cabe... de verdad, que por lo que veo, cabe perfectamente... no, no... además no tienen reserva... tras insistir un rato -como he dicho ya eran las dos y media y el restaurante más cercano estaba a más de media hora...- la antipática dueña del local, nos responde de mala gana con un bueno, esperen, miraremos a ver qué podemos hacer...

al cabo de un cuarto de hora volvemos a preguntar... fuera hacía frío y cada vez resultaría más complicado encontrar un sitio donde comer... no, es que no lo sé, porque hay reservas... no tienen reserva?... no, es que es la primera vez que venimos, no conocíamos el restaurante... bueno, no sé... por favor, nos pueden indicar si nos darán de comer a una hora decente o ya tiene claro que no? más que nada para saber a qué atenernos... grrr... esperen un momento...

diez minutos más tarde, tras ver atónitos como reñía a un niño -no era su hijo sino el de una clienta- que jugaba en el jardín y oirle decirle a una pareja que no le quería calentar los potitos de sus hijos en el microondas, la antipática y borde dueña del local nos indica que podemos pasar... nos cede la mesa del fondo, la que -en secreto- queríamos nosotros... de repente... veis qué bien?... tenéis la mejor mesa... es que al final todo se puede arreglar... la antipática, borde e hipócrita dueña del local nos hace un rato la pelota...

no llevamos ni cinco minutos sentados y nos viene la antipática, borde, hipócrita y corta dueña del local y nos dice que si nos podemos levantar, que ha llegado la reserva que tenían para esta mesa... son unos clientes "vip" que siempre piden esa mesa... nuestra cara de póquer hace que los clientes super vips les digan que da igual, que ya se sientan ellos en otra mesa -igual de acogedora, igual de grande...- que no hace falta que nos levantemos... les damos las gracias y de repente, la antipática, borde, hipócrita, corta y loca dueña del local, se esfuerza durante toda la comida para que estemos a gusto... viene cada cinco minutos a la mesa para preguntarnos si está todo bien... que si el niño (Noa a sus ojos es un machote) está calentito y tranquilo... nos cuenta que ella es enfermera de quirófano y su marido abogado... que no son restauradores -ya se nota-... que ella compra, cocina, sirve, vende... vale, pero, por favor, nos puede traer a mi marido y a mi las costillas de cordero, que nuestra pareja de amigos ya se las han terminado y nos apetecería, en la medida de lo posible, poder comer juntos el postre?... vienen tres personas diferentes a tomarnos nota de la bebida... y otras tantas cuando llega el momento de pedir los cafés... la cuenta -que hemos mirado con lupa- solo ha sumado un refresco de más -raro teniendo en cuenta que, según todas las veces que han venido a tomarnos nota, sumaríamos dieciocho cervezas, siete aguas, doce cocacolas y nueve cafés-...

los rovellons, alcachofas y caracoles que pedimos como entrantes estaban buenos... las costillas de cordero a la brasa -aún comiéndolas en dos turnos- deliciosas... el lugar era acogedor... las vistas excepcionales... pero no volveremos... con lo fácil que es decir las cosas bien de entrada... el restaurante?... pues sí, por qué no decirlo?... Masia Can Carbonell, en la carretera de Sant Celoni a Santa Fe del Montseny... un cartel rojo en el lado izquierdo de la carretera os indicará el camino... el camino que no debéis seguir...

2 comentarios:

mariajo dijo...

nunca deja de sorprenderme que en un local al que llegas por primera vez y puede que se convierta en habitual, te traten mal. ¿porque la gente se dedica a trabajos en los que han de tratar con personas si no les gusta? Sorprendente. Gracias por la reseña, no iremos nunca.

carola coch dijo...

gracias mariajo!... la verdad es que a mi también me sorprende que traten mal a unos clientes que, como tu dices, podrían ser habituales...
era una casa rural con 4 habitaciones y hubiera sido una opción ideal para pasar un fin de semana... levantarse en un lugar perdido de la montaña... disfrutar de un desayuno con productos típicos de la zona viendo todo el montseny... una lástima...